Alemania resolvió la fase clasificatoria mundialista sin sobresaltos y sin encajar una sola derrota, en una campaña basada ante todo el potencial ofensivo del equipo que hace pensar a muchos que el Mundial de Brasil debe ser el escenario en el que se ponga fin a una sequía de títulos que empezó en 1996.
Sin embargo, dentro de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) hay esfuerzos por reducir las expectativas recordando que nunca una selección europea ha podido ganar un Mundial en América y dando como principales favoritas a Brasil y a Argentina.
Alemania, tras tener una dura crisis en los años 90 -apenas disimulada por la conquista de la Eurocopa en 1996- volvió durante este siglo a convertirse en una de las potencias futbolísticas mundiales, como lo muestra su participación en los últimos torneos.
Desde 2002, cuando fue finalista, Alemania no ha bajado del tercer lugar en las citas mundialistas. Este dato, agregado a la buena labor en las últimas dos Eurocopas, han hecho se intensifique el anhelo de volver a ganar un título.
A eso se agrega el juego que ha venido desarrollando el equipo actual, con jugadores de gran calidad técnica como Mesut Özil y Marco Reus y a otros con la potencia goleadora de un Thomas Müller o del veterano Miroslav Klose.
Las dudas de muchos tienen que ver con la actuación defensiva del equipo, cuyos errores muchas veces se ven compensados por el hecho de que en el ataque los alemanes suelen ser lo suficientemente buenos como para marcar un gol más que el contrario.
Sin embargo, hubo un partido durante la eliminatoria, el único que no terminó con victoria alemana, que hizo que se dispararan las alarmas.
Fue el partido en casa contra Suecia, que terminó con un sorprendente 4-4 después de que Alemania hubiera estado adelante 4-0 en el marcador.
Sin embargo, para muchos ese partido tuvo también un efecto positivo en la medida en que asegura que los jugadores que estuvieron en el campo no volverán nunca a bajar la intensidad cuando se sientan claramente por delante en el marcador.
La composición final del equipo dependerá en buena parte de cómo evolucionen algunas lesiones en los próximos meses. La duda más grande es la del madridista Sami Khedira, uno de los imprescindibles en el esquema del seleccionador Joachim Löw, que sufrió una grave lesión de rodilla y podría perderse el Mundial.
Otra incógnita es Ilkay Gündogan, que lleva meses con una lesión de espalda de difícil pronóstico.
Los otros jugadores que actualmente están lesionados, con Bastian Schweinsteiger y Philipp Lahm la cabeza, parecen sufrir problemas puntuales que deben resolverse oportunamente.
En la portería Manuel Neuer es indiscutible como titular. Otros imprescindibles son Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Marco Reus.
De resto, hay muchas variaciones posibles, incluso en el ataque donde Löw coquetea con la idea de jugar con Mario Götze como falso nueve.
La bicampeona mundial (Alemania'74 e Italia'90) tiene, por lo tanto, un bloque poderoso y ambicioso, dispuesto a hacer historia y a ser la primera selección europea que gana el título en América, donde la Argentina de Diego Maradona le arrebató la gloria en México'86.
Sin embargo, dentro de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) hay esfuerzos por reducir las expectativas recordando que nunca una selección europea ha podido ganar un Mundial en América y dando como principales favoritas a Brasil y a Argentina.
Alemania, tras tener una dura crisis en los años 90 -apenas disimulada por la conquista de la Eurocopa en 1996- volvió durante este siglo a convertirse en una de las potencias futbolísticas mundiales, como lo muestra su participación en los últimos torneos.
Desde 2002, cuando fue finalista, Alemania no ha bajado del tercer lugar en las citas mundialistas. Este dato, agregado a la buena labor en las últimas dos Eurocopas, han hecho se intensifique el anhelo de volver a ganar un título.
A eso se agrega el juego que ha venido desarrollando el equipo actual, con jugadores de gran calidad técnica como Mesut Özil y Marco Reus y a otros con la potencia goleadora de un Thomas Müller o del veterano Miroslav Klose.
Las dudas de muchos tienen que ver con la actuación defensiva del equipo, cuyos errores muchas veces se ven compensados por el hecho de que en el ataque los alemanes suelen ser lo suficientemente buenos como para marcar un gol más que el contrario.
Sin embargo, hubo un partido durante la eliminatoria, el único que no terminó con victoria alemana, que hizo que se dispararan las alarmas.
Fue el partido en casa contra Suecia, que terminó con un sorprendente 4-4 después de que Alemania hubiera estado adelante 4-0 en el marcador.
Sin embargo, para muchos ese partido tuvo también un efecto positivo en la medida en que asegura que los jugadores que estuvieron en el campo no volverán nunca a bajar la intensidad cuando se sientan claramente por delante en el marcador.
La composición final del equipo dependerá en buena parte de cómo evolucionen algunas lesiones en los próximos meses. La duda más grande es la del madridista Sami Khedira, uno de los imprescindibles en el esquema del seleccionador Joachim Löw, que sufrió una grave lesión de rodilla y podría perderse el Mundial.
Otra incógnita es Ilkay Gündogan, que lleva meses con una lesión de espalda de difícil pronóstico.
Los otros jugadores que actualmente están lesionados, con Bastian Schweinsteiger y Philipp Lahm la cabeza, parecen sufrir problemas puntuales que deben resolverse oportunamente.
En la portería Manuel Neuer es indiscutible como titular. Otros imprescindibles son Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Marco Reus.
De resto, hay muchas variaciones posibles, incluso en el ataque donde Löw coquetea con la idea de jugar con Mario Götze como falso nueve.
La bicampeona mundial (Alemania'74 e Italia'90) tiene, por lo tanto, un bloque poderoso y ambicioso, dispuesto a hacer historia y a ser la primera selección europea que gana el título en América, donde la Argentina de Diego Maradona le arrebató la gloria en México'86.
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